Los fallos del tardío Buitre Juez Griesa, un magistrado imperialista que era tenido por bueno, tuvieron tanta trascendencia por una razón elemental: las usuras que el imperialismo disfruta en nuestro país, se establecen por contratos y, como en todo contrato, una parte del formulario dice más o menos así: “las partes se someten a los Tribunales de tal lugar, renunciando a toda otra jurisdicción…”, para el caso que no se paguen o no se paguen bien.
El Estado argentino ¿cómo completó este formulario?: “las partes se someten a los Tribunales de Nueva York” y renuncia expresamente a que intervengan jueces de Argentina.
El Buitre Griesa era, por lo tanto, quien decidía cuánto, cómo, dónde y cuándo hay que pagarle a los Buitres Fondos.
Ahora bien: que un Gobierno someta al Estado, y a través de él a toda la población del país, a los rigores de un funcionario judicial extranjero, cuya nacionalidad está identificada como la depredadora del mundo, es una verdadera entrega.
Y no importa quién tomo la primera decisión de someterse. El sometimiento no es propiedad de quién lo inicia, sino característica de quién lo mantiene.
No es cierto que nada se pueda hacer contra eso. El repudio de una deuda mentida es una elemental medida que cualquier Gobierno que se dice nacional y popular debe tomar, porque precisamente, mantener al pueblo sometido a un yanqui con pollera larga que vive y lucra en Nueva York y dice que tiene autoridad sobre nuestras condiciones de vida, tiene tanto de nacional y popular como la puta oligarquía.
Y si se repudia la deuda, por supuesto que se desconoce a los buitres -de traje o pollerudo- que pretendan cobrar de la sangre del pueblo sometido por sus propios gobernantes.
Reconocer la deuda, o como se dice, honrarla, es el acto de serviles del imperialismo más claro y repugnante que existe.
Por supuesto que todos los políticos burgueses son pro imperialistas. Para ellos los destinos de un país se pueden decidir en los detalles menores en el propio país (a veces ni eso) pero en las cuestiones importantes, las decisiones están en manos del Imperialismo.
Por tal carácter es que los primeros que salieron a reclamar cumplir con la Justicia yanqui y pagar como Griesa mandaba, es precisamente la llamada oposición. Sin las exigencias actorales que implica autotitularse nacional y popular, el coro de la UCR, FAP, PRO, Peronismo Disidente y otras alimañas, salió a reclamar el pago ya.
El kirchnerismo tuvo que teatralizar y armó un guión que consiste en descalificar a los Fondos Buitres, a su antes Juez Paloma, y ahora Juez Buitre Griesa y mientras esto hace, paga religiosamente la deuda externa a aquellos Fondos que han dejado -parece- de ser buitres, aunque en carne propia sentimos día a día las garras y el pico. Esos que aparentemente dejaron de ser buitres porque acordaron un plan de pagos con el finado Néstor, cobran religiosamente y bien.
La pregunta que surge de cajón es la siguiente: cualquier mortal sensato ¿a cuál de todos le diría que es un buitre: al que revolotea perdido en el cielo de los juristas y jueces, pretendiendo picotear, o al que nos está comiendo vivos porque ya aceptó el bien adobado plato y está aprovechando aquel acuerdo que aceptaron mayoritariamente? Para nosotros no hay duda: no existe peor buitre que el que te está comiendo.
Y esto no le quita la condición a los otros, sino que no niega lo que son estos que nos atacan con el cobro de cada cupón.
En realidad, la cuestión que sigue a la decisión de pago de la deuda como la sombra al cuerpo, sigue siendo el hecho de someterse a esos jueces, a los cuales se presume justos, porque de pensar que no lo son de antemano, sería un acto de locura someterse a ellos. Y realmente de esa presunción de magistrados justos es que proviene su atribución de paloma, no de buitre.
Como el alacrán que picó a la rana que la salvaba de ahogarse en medio del río y se ahogó junto con ella porque respondía a su naturaleza, Griesa respondió a la suya y la antigua caracterización de los elogios kirchneristas para con él, se hundió en el marasmo de los intereses de los Fondos, a cuyos reclamos dio lugar.
Inmediatamente Cristina ordenó degradarlo de amigo a buitre y se presentaron los recursos legales correspondientes.
Un tribunal superior a Griesa suspendió la medida de éste y en consecuencia el Gobierno argentino pudo seguir pagando tranquilamente a los buitres buenos. O sea, siempre, pero siempre, continuar pagando la deuda externa.
Pero ¿por qué estos tribunales deciden así?
En primer lugar, porque respondiendo a la lógica de que el que tiene razón es el que tiene más dinero, decidieron que la mayor cantidad de ganancias del capital está en ese 93% de buitres buenos que aceptó el canje de Néstor y luego el de Cristina. Jamás hubieran obrado a favor de un 7% de capital poniendo en peligro los intereses del 93%, a los cuales se les podría interrumpir el flujo de dólares que les garantiza con puntualidad el Estado argentino.
Hay entonces apelaciones e idas y venidas en curso, ante una verdadera bandada de jueces buitres de una cámara de apelaciones allá en New York City.
Pero todo culmina con el kirchnerismo preparándose para darles a ese 7 % malo lo que piden, es decir, condiciones iguales a las que les dio al 93 % bueno.
Sin embargo, la deuda externa sigue creciendo y a una velocidad mayor cada año. Las cifras son siderales y se agota la capacidad de pago de la misma. Desendeudamiento, el nuevo verbo inventado por Néstor para mejor engañar al pueblo, no alcanza para frenar la que se viene, porque los buitres no comen palabras, comen países enteros.
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