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Los Simuladores

Hay quienes dedican sus mayores esfuerzos a desfigurar la realidad cotidianamente, tal como el que se lava las manos cada vez que se las ensucia. El mundo es para ellos objeto de simulaciones y el medio es, en general, los medios. Dada la importancia que se le da por estos tiempos al asunto de la propiedad de los mismos, es importante atender al contenido que llena los recipientes en cualquier formato.

Escogimos temas centrales como la deuda externa, los organismos multilaterales, el imperialismo; y entre los medios, el progre por excelencia y oficialista decente. Es decir, una muestrita de lo que suelen llamar periodismo militante. Es decir…

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La crisis es tan grande y profunda que aún puede esperarse mucho de ella. La puja entre los sectores condenados y los verdugos (simplemente los que ganan y ganarán y los que pierden y perderán con la crisis) se agudiza cada vez que se amplía el campo de perdedores y se concentra en unos pocos los que ganarán. Parafraseando a Marx, cada vez serán más y más perdedores los perdedores y cada vez serán menos y más ganadores los ganadores.

Esto permite introducir una reflexión grosera: cuando hablamos de perdedores en el marco de la crisis, hoy en día, no hay que imaginarse a un almacenero de ramos generales que debe dejar su boliche (o sus boliches, Sucursal Nro 1, Sucursal Nro. 2, Sucursal...ubicadas en La Boca, Congreso, Mataderos, Once,…) o el más de tierra adentro, propietario de una Barraca de Acopio de Frutos del País y Almacén de Ramos Generales, o el Taller de Fundición, Reparación y Fabricación de Cocinas y Maquinarias del Campo. Estas denominaciones y categorías sí coinciden con las descripciones de los Siglos XIX principios y aún mediados del XX, según los establecimientos estuvieran ubicados en las zonas metropolitanas o periféricas del mundo.

Es un hecho que las sucursales pasaron a ser Eslabones de las Cadenas y que el modus operandi del capital concentrado en la fase superior del capitalismo, el imperialismo, ha tendido a establecer estos pulpos de más de ocho tentáculos en el mundo entero, trasladando los conceptos de lo que para un capital enorme es regla, incluso a los más pequeños. Hasta las cadenas de heladerías, de pizzerías y otras actividades como los servicios han proliferado conceptualmente. Cualquier panadero, hoy en día, por medio de bocas de expendio, bajo el modo de franquicias, apropiándose a veces, tiene aquellas viejas sucursales no como un modo natural de desarrollo de comercio o fábrica, sino como una actitud de exacerbada concepción de la competencia que lo mentaliza como un invasor territorial para captar consumidores de cierto mercado.

Que vaya más allá o se quede más acá de ciertos niveles, dependía y depende del arsenal de mercancías con que cuente y la aptitud para ofrecer, demandar y reinvertir que tengan. En esa múltiple competencia que es el mercado (entre productores para colocar su producción, entre consumidores para adquirirla y entre uno y otro género por el precio que se paga o se cobra) está lo que se denomina la guerra industrial, comercial o financiera.

Pero volviendo al principio, es deber no confundir al bolichero que debió cerrar su establecimiento y pasó (por regla general) a un retiro modesto o empleado técnico-jerárquico de su vieja firma, con los actuales perdedores. Los que llámanse perdedores en la actualidad son capitalistas de gran porte que, personal, familiar, socialmente, no se hunden jamás, como no puede un enorme barco panamax hundirse en el Río Paraná. A lo sumo, por más agujereado que esté, se empantana tocando el lecho del curso de agua. Por eso siempre los vemos a flote.

Por ejemplo, hace poco tiempo “El Gobierno Federal de Estados Unidos presentó una demanda civil contra Bank of America, el segundo mayor banco estadounidense por activos.”, pero como todos los que son acusados de desatar la crisis de las subprimes y ahora perseguidos judicialmente, no se convirtieron en los habitantes de la Tentcities (ciudades carpas)(1). Siguen siendo grandes inversionistas en fondos, fideicomisos y otras formas de concentración del capital, a nombre propio, por medio de terceros o, lo más corriente, secretamente. Son casi inaccesibles y sus fortunas se encuentran por lo regular a buen recaudo y quién quisiera conquistárselas, así sea para resarcirse por los estragos causados a sus finanzas, tienen tanto o más incoveniente que beneficio (si es que este se alcanzara).

Más o menos esta es la condición de los perdedores de los que hablamos hoy en día y es una simulación que oscurece la posibilidad de comprender las magnitudes existentes en juego, la imagen que tantos pretenden dar de las cosas.

No hay, salvo excepciones más vinculadas a otras patologías humanas que al ansia de lucro y el dolor de la pérdida de un status determinado, hombres colgados de un tirante en medio de su viejo barracón. El ex próspero tendero de Oklahoma ahorcado cerca de su sillón dejando una carta en el secreter de su inefable escritorio de dirección; el gringo de Bragado que se vuela la cabeza con un escopetazo debajo de la barbilla, no existe. Yabrán es uno de los poquísimos casos de hombres de fortuna que continuaron esa vieja y tan querible justicia por mano propia y no fue precisamente por estar hundido económicamente, sino por una cantidad de asesinatos que debían quedar en el oscuro y que hubiesen podido saltar a la luz si continuaba con vida, desafiando el poder de sus enemigos con su sola existencia. Todo un capítulo de los negocios sucios de la Armada argentina fue enterrado convenientemente con él (y no porque no se pudiera seguir investigando, sino porque existe una complicidad en el ocultamiento, considerando que con ese suicidio estaba bien pagado el precio y al demonio con tanta averiguación). Pero como vemos, este caso poco tiene que ver con la imagen del perdedor en ruina.

tent_cityY esta palabra es muy importante, porque la palabra ruina, que significaba la desaparición de capitalistas del mundo del capital, de agentes subordinados a los mismos, etc., reconoce grados de aplicación. No reviste los mismos rasgos la ruina de la que hablaba Marx que la ruina que analiza Lenín, continuador estricto del análisis del desarrollo capitalista de aquel.

 

 

MEOLLO DE LA QUESTION

Un elocuente (por su simpleza burda, su pretensión generalizadora y falta de verdad) artículo del ecónomokirchnerista Alfredo Zaiat en Página/12 del 26 de Octubre de 2012, hace caso omiso a todo lo que venimos observando, tratando a los capitalistas, sus abogados y economistas, como si los mismos se hicieran carne de los padecimientos sufridos en la suya propia, en la de las instituciones y en general.

Es un tratamiento que, por ejemplo, se le dispensa a Joseph Stiglitz, al cual hoy se venera como si fuera un descubridor de la justicia social, un cultor de la equidad, un paladín del equitativo reparto de la riqueza, cuando el tipo fue un duro Vicepresidente Primero del Banco Mundial en los años de más dura aplicación de las recetas que él dice hoy repudiar. A este duro entre los duros de los momentos duros, se lo promociona como un consejero de masas, en una actitud infame comparable a lo que sería poner de Profesor de Ética a un arrepentido como Pontaquarto.

Es en plan de adaptar toda crítica al imperialismo a las necesidades del modelo que los periodistas aconsejan seguir los consejos de gente de academicismo respetable y no las propuestas maximalistas de los pensadores revolucionarios.

Una simple carta de renuncia, abominable de por sí, de un sujeto forrado en dólares y euros, Peter Doyle, dispara un artículo progresista, que no saca la conclusión de que hay que optar por el no pago de la deuda externa, sino continuar en el más perverso de los pagos que es el desendeudamiento que promocionó Kirchner. Es decir, enfrentar al FMI con la billetera, que es como atacar al Pirata Morgan con un lingote de oro.

El ecónomoperiodista Zaiat trata de incorporar, con su reivindicación de Peter Doyle, a otro más de los tantos arrepentidos que según el populismo deben moldear la conducta crítica de los que alienan su vida entera para pagar con sangre los supuestos méritos de esta gente.

Con enorme desparpajo arranca exponiendo al maldito en toda su facinerosa condición, en la seguridad de que al cabo de su nota podrá reivindicarlo como un buen arrepentido.

Peter Doyle fue uno de los principales economistas del Fondo Monetario Internacional durante veinte años. En junio pasado presentó su renuncia. Hasta ese momento era un miembro destacado del Departamento Europa del FMI. En la carta que anuncia su alejamiento de la institución, Doyle utiliza términos sorprendentemente negativos para un integrante de la tecnoburocracia de Washington: incompetence, failing, ashamed, disastrous, failure, ilegitimacy. El área donde desempeñó su labor en los últimos años diseñó los programas de ajuste para Grecia, Irlanda y Portugal.”

COMO LOS ARREPENTIDOS EN EL CRIMEN ORGANIZADO

El progresismo, los populistas, los socialdemócratas, los oportunistas en general, dan carta de crédito a ex dirigentes de los destacamentos mayores de la ofensiva del capital contra los pueblos que muestran un dejo de supuesta autocrítica después de cometidos los estropicios que cometieron. Así, se ha puesto de moda esgrimir argumentos de depuestos funcionarios del Banco Mundial y el FMI.

Poco sabemos de estos travestidos. Esto no es una virtud, sino un defecto nuestro que exige una pronta reparación estudiosa y concienzuda. Pero libres de las complicaciones de respetar definiciones que dan, conceptos que exhiben, precisiones que hacen, discutiéndolas una por una, a los fines de esta nota podemos decir que desde el pueblo los vemos como impostores, y mejor dicho, como ratas que abandonan este barco para pretender, en algunos casos, quedarse en puerto seguro y en otros, construir un barco nuevo para nuevas aventuras.

En general, esta es la conducta más observada. No apostrofan al capitalismo, sino a lo que ellos consideran aberraciones y abogan por la optimización de todo tipo de recursos destinados a la permanencia del sistema. Procuran la aplicación de medidas anticrisis que resuelvan el actual estado de cosas.

En el punto de roce con los intereses de los pueblos, sus disquisiciones se sacan chispas con la situación y necesidades de ingentes masas ya en la miseria más abyecta. No obstante estas luces -y no hay cosa que ilumine más la razón popular que esos chispazos- cuando el pueblo se empeña en reconocer la realidad libre de prejuicios creados (como el prestigio, la cátedra, el librito oportunamente editado, los seminarios y conferencias bien pagos, etc., son las luces de la realidad.

En resumidas cuentas, es aconsejable para los trabajadores conscientes y los cuadros de los destacamentos revolucionarios, no ponerse a discutir cada minucia que esta gente plantea, porque las más de ellas son ocurrencias convenientes a sus representados y aunque demuestren algo, sólo es por la vía del absurdo o la de la negativa. Si se admitiera que para caracterizarlos en general hay que discutir puntualmente cada una de sus locas y supuestamente científicas ideas, el temario frente a la crisis, pero peor aún, frente al sistema, lo estarían poniendo ellos. Así podríamos gastar la vida de varias generaciones en discusiones sin sentido con cada ocurrente, en lugar de perderla si es necesario en acciones nacidas de interés y ciencia del proletariado.

A trazos gruesos podemos decir terminantemente, sin temor a equivocarnos, que son contrarrevolucionarios en crisis por contradicciones secundarias dentro de las clases dominantes y las facciones en que se organizan. Las cosas que podemos utilizar de ellos son para la argumentación circunstancial, puntual, no con respecto al sistema. Cuando inundan las páginas de diarios y libros, suelen constituir un buen catálogo de objeciones que demuestran el caos capitalista y la perversidad de sus beneficiarios, pero esto sólo lo podemos hacer los revolucionarios, cupiendo a estas mentes brillantes las categorías inferiores acordes a sus límites de razón, es decir, recolectores de datos, expositores críticos de contradicciones y males del sistema en el reducido campo ideológico que el sistema genera. Las conclusiones inspiradas en la Tesis 11, es propia de nosotros y de nadie más.

A tales científicos de la ganancia, hay que usarlos con las mismas recomendaciones que nos impusieron los clásicos del marxismo teniendo en cuenta en primer lugar la durísima advertencia de Marx sobre que la Economía Política no es una ciencia desde 1830 y los economistas no son más que abogados del capital.

Al aplicar esta profunda y genérica advertencia por un instante, se puede por un momento suponer que es lógico lo que plantean y por lo tanto debe asignársele cierto grado mínimo de respeto, pero hay que tener en cuenta que esa lógica es formal y esta es a la lógica dialéctica lo que las matemáticas primarias a las superiores. Y en las superiores es que debemos andar nosotros. No hay por qué, conceder por prejuicios o conducta reverencial a títulos, grados y honores, el bastión de la superioridad, rendir ésta a los intereses del capitalismo presentados bajo fórmulas supuestamente científicas.

Usarlos entonces con aquella advertencia de Marx, está bien; admitirlos entre los científicos jamás.

(1) Decíamos en nuestro número anterior: “Ya se perdió la cuenta de la cantidad de Tentcities (ciudades carpas en español, donde la gente vive literalmente en carpas) que hay dispersas en todo el territorio nacional, la cifras de la desocupación ascienden a casi el 10% -aproximadamente 6 millones de desocupados- de la población activa, los homeless ya no son solo los negros, discriminados históricamente por esta sociedad xenofóbica y racista, también los hay blancos, profesionales, los famosos WASP -White Anglo-Saxon Protestant,es decir, blanco, anglosajón protestante- que ya son victimas de la crisis.